Mostar (Bosnia-Herzegovina)

Por:
Croacia, Mostar 
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Fundada por los turcos otomanos en el S. XV, Mostar es una ciudad pequeña pero con un rico pasado histórico que comprende el presente, de interés cultural, rica gastronomía, clima agradable y las cristalinas aguas del río Neretva junto al cual se sitúa. Es la ciudad más importante de Herzegovina, en el centro del cantón de Herzegovina-Neretva. Si bien alcanzó mucho más tarde un importante desarrollo urbano y comercial bajo el dominio del Imperio Austro-Húngaro, la huella de los casi cinco siglos de la presencia otomana es lo que, todavía hoy, da a esta ciudad su particular identidad. Recibe el nombre de su famoso puente Stari Most («Puente Viejo») y las torres laterales (llamadas «los guardianes del puente» o mostars en Bosnio-Croata). Construido por los turcos en 1566, se dice que, gracias al arquitecto Hayruddin, la ejecución de su obra no duró más de un año y fue desde entonces un símbolo de unión entre los habitantes de una y otra margen del río, sin importar su raza o condición. Destruido durante la guerra de Bosnia, en 1993, fue reconstruido tras la finalización del conflicto con fondos de la Unesco, utilizando piedras de la misma cantera con que se construyó el original. En la actualidad forma parte del Patrimonio de la Humanidad y puede decirse que vuelve a ser considerado el símbolo de la ciudad, sirviendo de unión entre las dos culturas en las que se divide (musulmanes bosnios al este del río Neretva y católicos croatas al oeste). Situado en el casco antiguo, es uno de los lugares más visitados por el turismo dado que se lo puede observar en su entorno de calles medievales, también reconstruidas según el diseño otomano, con sus empedrados y las estrechas callejuelas que, en la actualidad, están pobladas por innumerables pequeñas tiendas de artesanías típicas.

Es digna de atención la Casa Muslibegovic, de más de tres siglos de antigüedad, considerada por los expertos la casa más hermosa del período otomano en los Balcanes. Cerca de la Mezquita Karadozbegova, calificada como Monumento Nacional de Bosnia, el más representativo de la arquitectura otomana residencial, conserva su estructura original con cuartos separados para hombres y mujeres, mobiliario, alfombras y documentos que ponen a la luz la forma de vida de una familia otomana de acomodada posición.

La Mezquita Koski Mehmed Pasha, construida en 1618 y también ubicada en el casco antiguo, ofrece desde su minarete una inmejorable vista de la ciudad.

La parte moderna de Mostar también ofrece interés. Es a la vista de sus edificios, que aún muestran las profundas huellas del pasado conflicto bélico y que están a la espera de su reconstrucción, cuando se entabla la comparación entre el presente y ese pasado tan próximo que sus habitantes se empeñan en superar. Es aquí, en la parte nueva, donde el espacio urbano se altera con la respetada y silenciosa presencia de algunos cementerios que albergan, en su mayoría, a los caídos en el conflicto.

Un detalle atractivo en la actualidad, pero que es también de tradición, son los saltos de altura que realizan los jóvenes desde el puente de Mostar en su punto más elevado, cayendo al Neretva cuyas aguas cristalinas encantan por sus tonos de azul. Son reconocidos, también, los rápidos que surcan los profundos cañones de este río y que lo hacen apto para la práctica del rafting y el piragüismo.

Ubicada a ochenta kilómetros al suroeste de Sarajevo, está rodeada por un valle donde se cosechan buenas frutas, vegetales, nueces, tabaco y las uvas con que se producen los vinos blatina y zilarka, famosos del lugar.

Mostar cuenta, además, con un aeropuerto internacional, estación de trenes y autobuses.

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