Palacio de Diocleciano

Por:
Croacia, Split 
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Catedral de Duje en Split. Palacio de Diocleciano

Catedral de Duje en Split

Podría decirse que el Palacio de Diocleciano es el corazón de la ciudad de Split. Es en torno a esta construcción donde fue creciendo la ciudad que hoy es la segunda más poblada de Croacia. Diocleciano inició su construcción en el año 293 como lugar de residencia para su retiro. Fue el primer Emperador romano que abdicó y desde el año 305 habitó este privilegiado territorio, ubicado sobre las aguas del Adriático, en las afueras de Salona, por entonces capital de la provincia romana de Dalmacia. Concebido como Palacio y Fortaleza, su estructura descansa sobre una planta rectangular de 215 m de este a oeste por 180m de norte a sur, rodeado por una muralla con torres de sección cuadrada y poligonal. Su superficie abarca más de 30.000 m2 y sus obras duraron más de diez años. Se utilizaron en su construcción ladrillo de Salona, piedra caliza de la Isla de Brac (afamada por su blancura) mármol fino y granito de Egipto, entre otros materiales. El Palacio contaba, además, con un importante suministro de agua potable que llegaba a través de un acueducto desde el río Jadro, cuya extensión era de 9 km, construido especialmente para este fin. Se estima que en su momento, contando con las viviendas de los soldados romanos que se establecieron a su alrededor, el Palacio, como una pequeña ciudad, llegó a albergar cerca de 9.000 habitantes.

Torre de la Catedral de Duje. Palacio de Diocleciano

Torre de la Catedral de Duje (Palacio de Diocleciano)

La planta rectangular está dividida en cruz por dos calles principales flanqueadas por fabulosas columnas y arquerías que se tocan en su centro y seccionan la superficie en cuatro espacios bien delimitados. La calle de El Cardus la recorre de norte a sur. La calle de El Decumanus de este a oeste. Contaba con cuatro puertas llamadas de Oro, Plata, Hierro y Bronce, a las que actualmente es posible distinguir. Nombrado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, su estado de conservación es óptimo comparado con otros restos arqueológicos del período romano. La puerta principal o de Oro era la más impresionante, correspondía a la entrada norte y miraba a Salona; es sobre las murallas interiores de esta entrada donde se ubicaban los talleres y dependencias de la guarnición. Sobre la fachada sur, mirando al Adriático se hallaban las dependencias personales del Emperador. Se estima que era por esta entrada donde se ingresaban las mercancías que venían por mar y era utilizada, además, para los viajes que emprendía Diocleciano. La entrada sur no estaba amurallada y poseía una extensa galería columnada rematada por una torre en cada extremo. La entrada este o de Plata es la más utilizada para acceder al corazón del Palacio. Recorriendo desde esta entrada la calle de El Decumanus hasta la confluencia de ambas es posible acceder a dos patios interiores. El patio este es donde se encuentra el Mausoleo. Aunque la tumba del emperador ya no existe y hoy se encuentra allí la catedral de Split, todavía permanece su estructura de octógono abovedado con nichos y columnata exterior perimetral. En el patio oeste se ubica el Templo de Júpiter. Entre ambos patios se encuentra el Peristilo, donde hoy se dan cita preferente los paseantes que hacen una escala en el recorrido y cuyo escenario es una de las referencias más interesantes. Desde aquí se puede acceder al Vestíbulo, observar su cúpula abierta, espacio de gran sonoridad utilizado frecuentemente como escenario coral. También desde el Vestíbulo, escaleras abajo, es posible visitar los subterráneos, una de las zonas mejor conservadas, donde actualmente existen tiendas de souvenirs y mercadillos.

Del Palacio de Diocleciano no solamente impresionan las vistas de lo que fue la antigua magnificencia del Imperio Romano y del estilo de vida de un emperador sino también el original aspecto que genera su pervivencia en el tiempo según la fusión de los distintos estilos de vida que han florecido entre sus muros. Fue en el año 639 cuando los habitantes de Salona, tras la invasión de los pueblos ávaros y eslavos, huyeron para refugiarse en esta abandonada y ruinosa fortaleza convirtiéndola en la sede de sus moradas y en una auténtica ciudad fortificada. Desde entonces venecianos, croatas, franceses, han ido pasando por sus muros haciéndola crecer hasta ser hoy la ciudad que es. Es posible pasearse por sus numerosos espacios y callejuelas interiores entre columnatas imperiales y antenas de televisión, ropa tendida, terrazas o incluso bancos que en sus dependencias abarcan secciones de lo que eran las habitaciones personales del Emperador. La fachada sur es, hoy en día, el Paseo Marítimo Riva, lugar donde se emplazan numerosísimas terrazas que descansan sobre la antigua galería de columnas y donde se congrega el animado público de muchos conciertos veraniegos, teatro al aire libre y distintos festivales.

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